Un escrito sobre la espiritualidad sexual.
El tema que hoy quiero compartir es muy íntimo en lo personal; pues veía la sexualidad como un acto físico en el que solo debía complacer a mi pareja y satisfacerle, pues me sentía bien aunque no llegara al orgasmo o la eyaculación.
Sin embargo, cuando conocí a mi actual pareja todo cambió. Me di cuenta que el acto sexual va mucho más allá de lo físico, es más espiritual de lo que imaginé. Es una conexión inexplicable que solo las almas entienden.
La sexualidad es mucho más que sólo liberación sexual física, y también mucho más que sólo dos personas teniendo una experiencia espiritual. Es la culminación de todo esto y más; la totalidad de lo emotivo, lo físico, lo intelectual y lo espiritual celebrando la abundante fuerza enérgica de vida que nos invita a trascender y convertirnos en seres sagrados.
Para lograr aceptar y crecer en nuestra espiritualidad sexual debemos dejar a un lado todas las creencias falsas que generan sentimientos de culpabilidad y comenzar a valorizar nuestra sexualidad, convertirla en divina.
Se trata de conscientemente decidir aceptar todo el placer que puede proveer un encuentro sexual. De darle la prioridad que merece en nuestras vidas. De cuidarnos física y emocionalmente, de sacar el tiempo para crear la atmósfera deseada… de realmente celebrar el compartir sexual.
Sentir, vibrar, gozar, vivir, reír, llorar, compartir, compenetrarse, SER. Eso es espiritualidad sexual.
Aventurarse a ello no significa violar normas religiosas o morales, significa encontrarse a uno mismo y entregarse a alguien realmente por completo. Cada aspecto de la creación incluyendo la sexualidad; debe ser celebrado y tratado como algo sagrado.
El acto sexual consciente, abre el alma para que entregue y reciba fuerza enérgica de vida. Esta fuerza nos revitaliza tanto el alma como las emociones, y resulta en una vida diaria más plena y significativa.